miércoles, 2 de abril de 2014

Libro, un encuentro

Por Lygia Bojunga Nunes  (Traducción de Susana Allori)

El siguiente texto es la introducción de “Livro um encontro com Lygia Bojunga Nunes”. En este libro la autora reúne textos sobre su relación con la literatura y le ha servido para presentar los resultados de su quehacer literario -de forma dramatizada- en todo Brasil y ahora en la Argentina, en el marco de este Seminario.

Lo que es “LIBRO”

Mí vínculo con el libro fue siempre tan grande, que, ya hace tiempo, tengo ganas de contar lo que libro fue y viene siendo para mí.
Muchas veces, comencé a escribir sobre esto. Pero terminaba siempre parando y pensando que no era ni la hora ni el momento. en 1982, el iBBY (organización internacional del libro infantil y Juvenil) me pidió que escribiera un mensaje para el día internacional del libro infantil.
El mensaje que envié se basó en el deseo que tenia de hablar de mi vínculo con el libro.
El texto se llamó:

Libro: El trueque

Para mí, libro es vida, desde que era muy pequeña los libros me dieron casa y comida.
Fue así: yo jugaba a construir, el libro era ladrillo; de pie, hacía de pared; acostado, hacía de escalón de una escalera; inclinado, encajaba uno en otro y hacia el tejado.
Y cuando la casita estaba lista, yo me exprimía allá dentro para jugar a vivir en el libro. de casa en casa, fui descubriendo el mundo (de tanto mirar las paredes).
Primero mirando los dibujos después descifrando palabras.  Fui creciendo, derrumbé los techos con la cabeza. Pero fui tomando intimidad con las palabras. Y cuando más intimábamos, menos yo me acordaba de arreglar el techo o de construir nuevas casas. 
Todo por causa de una razón, el libro ahora alimentaba mi imaginación.

Todo el día mi imaginación comía, comía y comía; y la panza así de llena, me llevaba a habitar en el mundo entero: iglú, cabaña, palacio, rascacielos, era solo elegir y listo, el libro me daba.

Fue así que despacito, me habitué a ese trueque  tan agradable que - en mi modo de ver las cosas- es el trueque de la propia vida; cuanto más yo buscaba en el libro, él más me daba. Pero como la gente siempre tiene manía de querer más, un día pergeñé agrandar el trueque: comencé a  fabricar ladrillos para que – en algún lugar – una criatura junto a otras pudieran levantar una casa donde quisieran vivir.    

Ahí me di cuenta que, habiendo hablado una página enterita de mi vínculo con el libro, el deseo de hablar de este asunto podía ir a dormir tranquilo. Y se durmió. 
El año pasado, la editorial agir quiso promover una exposición mostrando las publicaciones brasileras y europeas de mis libros. en una de esas charlas sobre cómo y dónde llevar la exposición, alguien sugirió que yo fuese con ella, acompañando a mis personajes.
Para mi espanto, aquel deseo que estaba durmiendo se despertó de pronto y  en seguida dijo: está, yo voy! Y voy a hablar de nuevo de mi vínculo con el libro;  sólo que ahora, para mí, es  hora  de hablar más largo y más directo.
Más… ¿directo? con “directo” yo quería decir: cerquita, juntos. Era la primera vez que  tenía deseo de contar una historia “en vivo”.

Entonces ¿era una conferencia que yo iba a dar? Sin embargo, yo nunca había sentido la más leve inclinación de dar charlas, ¿qué historia era esa, ahora? Por qué el contar la historia de mi vínculo con el libro me estaba motivando tanto así, como para querer salir por ahí? dos motivos se me ocurrieron enseguida. Y sólo me di cuenta de un  tercero (¿tal vez incluso el más imperativo de ellos?) en la noche de la primera presentación del proyecto “LIBRO” . El primero fue el siguiente: como yo vivo muy encerrada (asfixiada, no; encerrada) sentí, de repente, una mezcla de necesidad y curiosidad de salir de la cáscara. Pero salir por un camino genuinamente mío, buscando otra vivencia para mi vocación básica, que es la ser una contadora de historias.

El segundo motivo fue  aquel conocido impulso que cada uno de nosotros tiene de vez en cuando: querer hacer un homenaje a un amigo, y querer entonces reunir unos amigos de ese amigo para aumentar el homenaje. el amigo, en este caso, era el libro. Y la voluntad que yo tenía era ir extendiendo ese homenaje de Brasil para afuera.

A partir del momento que yo empecé a trabajar esa idea, sólo me refería a ella como: el proyecto. Pero la gente tiene que acabar dando nombre a las cosas, y entonces el proyecto pasó a llamarse “LIBRO”. En la hora de anunciar la presentación de “LIBRO”, la pregunta embarazosa empezó de nuevo, y esa vez presionando una definición: ¿“LIBRO” era una conferencia? (¿con cara de historia?), ¿era una historia? (¿con cara de conferencia?) y sin saberme definir con precisión yo acabé saliendo por la tangente:   “LIBRO” es un encuentro conmigo.


Pero cuando yo presenté mi “encuentro” mucha gente dijo que “LIBRO” era teatro: era monólogo. Y fue recién ahí, que me di cuenta de mi tercer motivo: en el pasado, el teatro fue un componente fuerte en esa mezcla que me resultó – componente que dejé a un costado por no tener vocación para la vida teatral. La gente deja esas experiencias fuertes a un costado, pero quedan  marcadas en uno; y los fragmentos de ellas forman un nuevo diseño allá en el fondo de nuestro calidoscopio.  Un calidoscopio que el tiempo va girando. Sólo que en “nuestro” calidoscopio las imágenes giradas -aunque parezca que nunca van a volver- acaban apareciendo de nuevo, porque la gente no deja de ser cada diseño que creó. Sin embargo yo no estaba pensando en nada de eso cuando pedí reflector para mi presentación de “LIBRO”: yo “todavía” no sabía que, en el momento que el reflector se encendía, mi imagen del teatro aparecía otra vez…




Lygia Bojunga Nunes, "Libro, un encuentro", Seminario Placer de leer: Buenos Aires, 2008. 

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